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Leo Morales

Leo Morales, buzo profesional y amante de Playa del Carmen, tiene 42 años: originario de la Ciudad de México nos platica del gran reto que tuvo aquí, en el corazón de la Riviera Maya, y cómo es que su vida cambió tras padecer cáncer en 2008 y perder una pierna. ¡Conoce esta historia de inspiración admirable!

Un hombre muy amable llegó a la entrevista, saludó a quienes en ese momento estábamos ahí. Alto, con una agilidad para desplazarse que no es un límite para este ex ejecutivo de banco que llegó a Playa del Carmen en 1997 cuando –recuerda él–: “sólo había tres calles, la 2, la 4 y la 6”. A Leo le ha tocado ver la transformación de este pequeño pueblo y participar en ella.

Diagnóstico inesperado

Con una molestia la constante que primero los médicos le comentaron era una ciática por permanecer demasiado tiempo sentado, erróneamente le tomaron unas radiografías de la cadera, y fue ahí cuando los expertos en salud notaron el tumor que era la causa del dolor crónico que arrastraba. Tras consultar a varios especialistas, Leo se trasladó a la capital mexicana en donde fue sometido durante seis meses de radio y quimioterapia. Aunado a la visita de hospitales en Estados Unidos, el pronóstico parecía desalentador porque era ya un cáncer muy avanzado. Así lo narra:

“El médico me dice que habían fallado los tratamientos de radio, que el tumor no decrecía y que avanzaba, ‘la única solución que veo es tratar de amputar esa pierna para sacar el tumor en una cirugía que va a ser muy complicado y con pocas probabilidades de sobrevivir […]. Una vez amputando tu pierna, tu expectativa de vida tampoco será muy larga porque el cáncer que tuviste es muy agresivo y es probable que crezca en otro lado…”

 

Regresar para aportar

A partir de eso y de que percibió la falta de conocimiento así como de cultura que en México existía sobre gente que es amputada: la nula existencia de grupos u organizaciones de apoyo tanto para las personas afectadas como para sus familiares, Leo anheló regresar a su país para hacer algo o demostrar que quien pierde una parte de su cuerpo no es menos ni inferior; dejar huella al menos durante el tiempo que le restara por vivir y como afirma:

“cáncer no significa muerte […] y tenemos un potencial enorme dentro de nosotros”.

Integración, inspiración y respeto

La nueva tarea de vida que Leo se propuso fue compartir, así que regresó al mar y por supuesto al Caribe Mexicano. En alguna de esas travesías alguien le sugirió que su historia podría inspirar, nos dice:

“A mí me encantaba bucear como una pasión, como un relax, entonces cuando pierdo la pierna dejé de bucear […]. Cuando vuelvo a bucear ya sin la pierna y veo que puedo hacerlo y el agua fue un elemento increíble porque podía estar en todas direcciones, era libre de moverme en todas direcciones sin muletas […] me encantó y comencé a hacer todos los cursos de buceo y así me hice buzo técnico, después ya empezando a bucear con muchos tanques aquí y en Cozumel; compartiendo la embarcación con otros turistas, la gente comenzó a decirme ‘eso que estás haciendo deberías darlo a conocer a las personas porque realmente puede resultar inspirador y motivador ver que una persona como tú con una limitación física está haciendo cosas avanzadas […] y siempre sacar la mejor versión de ti mismo.”

 

Por esto es que nació la idea de llevar a cabo un récord mundial de buceo pues nadie en condiciones físicas semejantes a las de Leo lo había llevado a cabo antes, ¡lo logró, 125 metros de profundidad en el arrecife de Palancar, en Cozumel! Y como ‘el dice ‘pasé de ser un financiero a un buzo y luego me tocó el rol de un atleta discapacitado”.

Ante tales acontecimientos, Leo comenzó a ver la vida de forma distinta, la cotidianidad que pasaba desapercibida, y a ser sensible además de consciente; si bien le faltaba una pierna, a la que aún había que sacarle provecho. Así pues supo que enfrentar el día a día, era cuestión de actitud.“Hoy me siento mucho mejor persona, mejor ser humano y aprecio las actitudes, las sonrisas para mí despertar cada día después de haber tenido una condena de cáncer la vida me sabe diferente”.

Al pedirle a Leo que se defina en tres palabras, vacila y ríe, dice que está agradecido y es feliz, una persona como cualquier otra, insiste en que él no es más ni menos especial que otros seres humanos. Sin duda es un hombre afortunado porque su familia, entre ellos, su esposa, le han demostrado tanto su amor como apoyo incondicional aun cuando ha querido desistir en el camino e incluso, hace tiempo luego de la operación pensó en quitarse la vida.

 

Retos y más retos

Un desafío que ya comenzó, para Leo, es su fundación ‘Van volando’ la cual tiene como objetivo acercar a las personas con alguna discapacidad al agua, por ejemplo personas que estén en sillas de ruedas. Asimismo está echando a andar un proyecto llamado ‘A mar abierto’ del que pueda obtener fondos para sostener los gastos de la primera. Esperen más información acerca de estas organizaciones que traerán un beneficio a este sector en particular donde debemos integrar a las personas que han experimentado estas situaciones y hacer más sencillo que sean parte de la sociedad actual.

De Playa a TEDxCancún

Este amante de Quintana Roo y de los cenotes tendrá la oportunidad de ser ponente en la plataforma de TEDx que por primera vez se llevará a cabo en Cancún, su emoción se siente y sabe que llegar a este panel para compartir sus ideas es un escalón y posiblemente la puerta a que el mundo conozca aún más su gran historia de superación.